martes, 20 de octubre de 2009

Rafael Núñez


Rafael Núñez


(Cartagena de Indias, Colombia, 1825 - 1894) Político colombiano, presidente de Colombia entre 1880-1882, 1884-1886 y 1886-1888.

De niño fue poco agraciado y tuvo una salud frágil, pero siendo quinceañero participó en la guerra civil de los Supremos, en 1840. El joven Núñez, recién graduado en leyes, inició sus labores como periodista fundando el diario La Democracia, de corte liberal radical. Más por conveniencia que por amor, se casó en 1851 con Dolores Gallego, con quien tuvo dos hijos, a la par que continuaba la que sería una brillante carrera política.
A partir de su nombramiento como senador por Panamá, luchó contra los intereses individuales sin límites, por la separación entre la Iglesia y el Estado, y apoyó el nombramiento de los gobernadores por voto popular. Fue secretario de Gobierno, Guerra y Hacienda. Más tarde ocupó el cargo de director de Crédito Público y le correspondió llevar a cabo las reformas del presidente Mosquera contra la Iglesia.

Pasó luego a la diplomacia y residió en Europa, separado de hecho de su esposa e implicado en otra relación amorosa. Años después se casaría con Soledad Román Polanco. En el Viejo Continente recibió la influencia del positivismo spenceriano, que le sirvió para reflexionar sobre la situación de crisis de Colombia y acuñar su famosa frase: "Regeneración o catástrofe". Producto de su estancia en el extranjero, en los Ensayos de crítica social (1874) volcó su postura sobre diferentes aspectos de la vida nacional quien la posteridad llamaría el Filósofo del Cabrero o el Máximo Reformador político de Colombia.

Entre 1876 y 1878 lideró a los liberales independientes aglutinados en el Movimiento de la Regeneración, opuesto al decadente radicalismo, y cuando llegó a la presidencia de la República para gobernar en el período 1880-1882 se consagró a efectuar los cambios que tanto había anhelado: con la creación del Banco Nacional intentó romper la dependencia que tenía el Estado de las instituciones bancarias privadas; anuló las autonomías que los radicales habían otorgado a las instituciones educativas, sustituyéndolas por un patronato otorgado por orden presidencial para la elección de rectores e instaurando rígidos reglamentos que prohibían la participación política de los estudiantes, lo que neutralizó en buena parte el poder de los radicales; finalmente, en un lento proceso, fue sustituyendo la burocracia liberal por otra conservadora.

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